martes, 24 de julio de 2007

Sueños de libertad.

Soy presa de un anhelo de ser libre que me consume entre estas cuatro paredes. Miro a mi alrededor y sólo encuentro rejas; unas rejas que para mi desgracia yo misma he forjado con ese algo que me quema y que algunos llaman desconfianza. Qué difícil vivir sin recordar por qué vivo y sin dar con la llave que busco a tientas, incansable. Qué difícil estar perdida en mí misma. Sigo buscándote –a ti, sí: a ti- para descubrir que no estás. No. Sin llamar al timbre, sin gestos ni palabras, a mi escalera parecen sumarse más y más peldaños, noes maliciosos que te hacen menos y menos cercano. ¿Cómo descender? Si atrás no queda más que un desván sin puerta, un ayer destartalado, tan absurdo como cualquier baúl de sueños rotos… La sola solución es subir, ciegas las sombras, sordos los pasos, tomando por bastón un sí. O un no disfrazado de esperanza, cargado del positivismo propio de la juventud. Porque de su fuente no gotean años sino ganas de sentir. ¡Claro que siempre le queda mucho más por vivir a quien lo ansía!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Recuerda siempre que, tal como no hay hombres buenos ni héroes malvados, en la vida no hay momentos de alegría ni rachas depresivas.
La vida es una sucesión de instantes, un ritmo en el que no vale la pena buscar llaves ni puertas que abrir. Simplemente, vívela; bebe, no seas enóloga, disfruta de los segundos que te quedan.
Aprende a ver lo bonito de las cosas que a tu razón se le presentan desagradables. Ésa es la verdadera razón para vivir: que sólo hay una vida.

=) Inaugurado queda el blog. ¡Un besazo pequeña!

Eloy Moreira dijo...

La desconfianza es la herramienta y el material más dañino para el hombre, pero al mismo tiempo... muchas veces sirve como escudo de protección. Lo ideal sería encontrar el equilibrio...no confiar en cualquiera ni desconfiar de todos.
Un beso.