viernes, 21 de marzo de 2008

Juguemos.


Por si nos queda poco, vamos a jugar a comernos el mundo.
Nada de claves, nada de malabarismos, nada de lenguas encriptadas. No ahora. No ahora que el Sol se impacienta por vernos pero el aire se nos va.
Mes a mes, vivo más y escribo menos. Qué pasa. Se van. Mis letras se van… y mis números se vuelven contra mí. Algo nos sucede. La calle quiere vernos, las farolas tiemblan porque quieren que él se apague.
Inquietud. Todo se ha convertido en vida y en deseo. Y, sin embargo, nosotros hemos aprendido a estar en silencio sin sentir la irreprimible necesidad de romperlo.
¡Pasan tantas cosas!

lunes, 17 de marzo de 2008

Ni tú ni yo.


Esto no es para mí. Porque sabes que soy diferente a ti, a todos. Sabes que no me gusta, que no lo comparto… y que no voy a cambiar. Ya sé que te disgusta, que incluso te enfada. ¿Y qué..? ¿Y qué le hago? Si viví como vive un grano de sal atrapado en un paquete de azúcar, ¿qué vienes a pedirme tú ahora? No tienes nada que decir… Ni tú ni yo tenemos derecho a poner etiquetas o a decidir si la del otro está equivocada. Ni tú, ni yo, ni nadie. Dime. Calla. Adiós. ¿Qué quieres? Suelta ese cartel y cuelga. Después hablamos.

Esta tarde hay dos mundos distintos en el interior de una misma habitación. De ésa. Demasiados para tus sábanas, ya...

Mañana podrá ser otro día o el mismo y, pese a todo, ni tú ni yo podremos reprocharnos no ser idénticos –ni parecidos.
Mañana, ni tú ni yo pondremos título a un diario que seguirá sin pertenecernos.
Mañana será mejor que hoy.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Desde mi rincón.


Acabo de darme cuenta de que hay demasiadas puertas al fondo del pasillo. Pero, ¡y qué!, si lo malo sería optar por una ventana y volar sin haber roto siquiera los cristales. Así que ¡a procurar hacer ruido!
Que no todos los caminos conducen del mismo modo a Roma y que si lo hicieran unos cuantos preferiríamos quedarnos sentados. Eso es lo que marca la diferencia. Ahí está, de nuevo: arriba y abajo.

“Al fondo, segunda a la derecha y gire hacia la izquierda. Ahora, doce vueltas alrededor de sí mismo.” Maldito prestidigitador, adivino , engañabobos o como te quieras hacer llamar. En la enésima –¡pero enésima!- ocasión en que intentas venderme uno de esos mapas que dibujas agarrado a una botella, te digo: deja ya de echar las cartas, que al final te las voy a romper, que no hay manuales de vida y que si los hubiera los arrojaría con gusto al fuego. Aunque, sí, reconozco que nunca he tenido sentido de la orientación. Aunque, sí, tampoco niego que cuando recupero la noción del espacio me encuentro siempre pidiendo olmos –y que den fresas- a una pera confusa.

Libertad. Libertad. Libertad. Las instrucciones son para los que no tienen iniciativa…

Ya sé: una antorcha. Es lo que quiero. Una que aguante viajes largos.