domingo, 5 de agosto de 2007

Verano viene, verano va.


El agobiante calor es motivo, al parecer, de una frecuente alteración de la sangre que lleva a algunos a desembocar en el mayor de los trastornos. ¡Ay, agosto, que nos tienes locos!
Ya se sabe. En verano, lo que no son desequilibrados… son mosquitos. Y los que no son ni desequilibrados ni mosquitos, se arrojan al “mar de su incomprensión”, para volver navegando en un botella -con las vestiduras rasgadas y la razón en una pieza- cuando el caos no sea más caótico de lo habitual. O bien se desatan las cuerdas –ojo: ¡desatan!, ¡no las tiran a un agujero negro!- y optan por unirse a esa orgía de colores, sabores, sensaciones de todas clases y… mosquitos que les es ofrecida por el estío y sus adeptos.
Mejor sucumbir ante sus encantos, volar sin temores y –cómo no- sobrellevar las picaduras de esos insectos tan molestos, concienciándose de que, por mucho que a nadie le parezcan tan “divertiditas de rascar” como a Neddy, sus causantes no tienen tanta malicia como les achacamos.
(Consulte a su farmacéutico si desea ser menos picado. Si sigue picado y desea matarlos a todos, consulte a su médico, de cabecera no, de cabeza.)

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